Un Joven Mártir de Cristo
Francisco Castelló Aleu
Francisco Castelló fue un ingeniero químico que murió mártir en España en 1936. Fue beatificado en 2001.
Nació en Alicante el 19 de abril de 1914. A los dos meses murió su padre, Francisco Castelló Salué; su madre se trasladó a Lérida, junto con su familia. Allí trabajó como maestra nacional, en un pueblecito leridano, Juneda. Falleció cuando Francisco, el más pequeño de sus tres hijos, había cumplido 15 años. A partir de entonces, su tía paterna María cuidaría de Francisco y sus hermanas Teresa y María. Acabado el Bachillerato en los Maristas de Lérida, Francisco fue a Barcelona para proseguir sus estudios en el Instituto Químico de Sarriá. Formó parte de la Congregación Mariana, y de la Acción Católica; luego se integró en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. La guerra civil le sorprende mientras realizaba el servicio militar. Fue denunciado por uno de los comandantes y condenado por un tribunal popular a ser fusilado.
Francisco Castelló fue un ingeniero químico que murió mártir en España en 1936. Fue beatificado en 2001.
Nació en Alicante el 19 de abril de 1914. A los dos meses murió su padre, Francisco Castelló Salué; su madre se trasladó a Lérida, junto con su familia. Allí trabajó como maestra nacional, en un pueblecito leridano, Juneda. Falleció cuando Francisco, el más pequeño de sus tres hijos, había cumplido 15 años. A partir de entonces, su tía paterna María cuidaría de Francisco y sus hermanas Teresa y María. Acabado el Bachillerato en los Maristas de Lérida, Francisco fue a Barcelona para proseguir sus estudios en el Instituto Químico de Sarriá. Formó parte de la Congregación Mariana, y de la Acción Católica; luego se integró en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. La guerra civil le sorprende mientras realizaba el servicio militar. Fue denunciado por uno de los comandantes y condenado por un tribunal popular a ser fusilado.
"Si ser católico es delito- dijo ante el tribunal, que le propuso apostatar de su fe para salvar la vida- , acepto gustosamente ser delincuente, ya que la mayor felicidad del hombre es dar la vida por Cristo, y si tuviera mil vidas, sin dudar, las daría por Él".
Poco antes de su martirio, escribió tres cartas: una a su novia, María Pelegrí (Mariona), a sus dos hermanas y su tía, y a don Román Galán, su director espiritual. Antes de ser fusilado, el 29 de septiembre de 1936, perdonó a sus verdugos. Murió al grito de ¡¡VIVA CRISTO REY!!. Dos hermanos de su novia, Mariona, también murieron por Cristo. Conservamos varias cartas escritas antes de morir. Una de ellas era para la novia. Vale la pena leerla así, sin comentarios: dice mucho de lo que es un joven enamorado de Dios y de su novia... Pero, sobre todo, cómo el amor de Cristo está por encima de cualquier amor humano por muy santo y bueno que sea.
Francisco supo decir: “Por ti Rey mío la sangre dar… Tu amor por encima de todo…”
“Querida Mariona:
Nuestras vidas se han unido y Dios mismo ha querido separarlas. A Él le ofrezco con toda la sinceridad posible mi amor hacia ti, un amor intenso, puro y sincero. Siento tu desgracia, no la mía. Puedes estar orgullosa: ¡dos hermanos y tu novio!. Pobre Mariona.Me pasa una cosa extraña: no puedo sentir ninguna pena por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte… llena todo mi ser. Quisiera escribirte una carta triste, de despedida, pero no puedo. Estoy pleno de alegría como un presentimiento de la Gloria.Quisiera hablarte de lo mucho que te habría amado. De cuánta ternura tenía reservada para ti, de lo felices que habríamos sido. Pero para mí todo esto es secundario. He de dar un gran paso. Una última cosa: cásate, si es tu parecer. Yo desde el cielo bendeciré tu matrimonio y tus hijos.No quiero que llores. No lo quiero. Que estés orgullosa de mí. Te quiero. No tengo tiempo para más.
Francisco”
Nuestras vidas se han unido y Dios mismo ha querido separarlas. A Él le ofrezco con toda la sinceridad posible mi amor hacia ti, un amor intenso, puro y sincero. Siento tu desgracia, no la mía. Puedes estar orgullosa: ¡dos hermanos y tu novio!. Pobre Mariona.Me pasa una cosa extraña: no puedo sentir ninguna pena por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte… llena todo mi ser. Quisiera escribirte una carta triste, de despedida, pero no puedo. Estoy pleno de alegría como un presentimiento de la Gloria.Quisiera hablarte de lo mucho que te habría amado. De cuánta ternura tenía reservada para ti, de lo felices que habríamos sido. Pero para mí todo esto es secundario. He de dar un gran paso. Una última cosa: cásate, si es tu parecer. Yo desde el cielo bendeciré tu matrimonio y tus hijos.No quiero que llores. No lo quiero. Que estés orgullosa de mí. Te quiero. No tengo tiempo para más.
Francisco”
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